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FRANK EINSTEIN: Walking silly since 2004

La dichosa magdalena

Proust, en ese tochazo que es "En busca del tiempo perdido" (sólo conozco dos personas que se lo han leído realmente, todos los demás hablamos de él de oídas), toma como excusa el sabor de una magdalena para retrotraerse a su infancia. Y desde entonces ha sido un recurso explotado en muchos libros, películas, etc...Siempre se me viene a la cabeza ese personaje fabuloso del crítico Anton Ego de "Ratatouille" que al probar el plato que da nombre a la película rememora irremediablemente veranos felices en el campo.

Algo parecido me ha pasado últimamente. En dos ocasiones-

La semana pasada el médico le recetó a Lorena amoxicilina. Nada grave, no os preocupéis. Yo soy alérgico a ese compuesto químico. O eso me dijeron-La cosa es que son unos sobrecitos que se disuelven. Y el otro día se lo preparé yo y al echar el sobre en el vaso me vino el olor de la medicina. Era la misma medicina que tomaba mi abuela todos los veranos en Roquetas de Mar, en el porche de mi tía Pepita. La tomaba después de todas las comidas, se dejaba un culillo de agua en el vaso y lo removía con el mango del cuchillo despacito. A mí me encantaba el sabor de esa medicina, pero como no me podían dar, ella me dejaba darle un segundo agua al vao, una vez que ella se la había tomado y quedaba el regusto del excipiente.

La segunda experiencia proustiana.Hace ya un tiempo, mi hermano recuperó la receta de la Mousse de Chocolate que solía hacer mi madre. Mi cuñada se extrañaba porque él quiso hacerla justo al terminar el primer plato, que es como mi madre lo hacía siempre, mientras que los hermanos hablábamos animados con mi padre. La trajo a la mesa de su casa, en copas y fue al probar la primera cucharada que se me vinieron las lágrimas a los ojos. Los tonos de café, el chocolate, el contraste del frío y la calidez del chocolate... parecía que la tenía de nuevo delante de mí, ofreciéndome si quería más. Me quedé sin palabras, el nudo en la garganta era tal que era incapaz de mascullar un "gracias"al devolverme recuerdos que hacía tiempo que tenía enterrados, como una epifanía en forma de postre. No le pedí la receta ni creo que lo haga, porque debe ser para momentos especiales, como cuando nos reunimos todos los hermanos y nos reímos como antes.

Es curioso que estas experiencias sólo sean tan intensas con el sentido del gusto o el olfato. Al oir una canción o ver una película, o un cuadro, los recuerdos son nítidos, pero no son tan brutalmente reales... Cosas raras.

 

PD A propócito, ayer terminé esto. En septiembre, en sus colegios preferidos.

3 comentarios

Sergio -

La vi en cuanto me la recomendaste, hace ya... x años. La tengo en DVD en casa y la he rememorado, por lo menos, 10 o 12 veces. Me encanta. MI favorita, de todas maneras, es Wall-E, especialmente su primera hora, aunque lo de las películas de Pixar bien merece una discusión con unas cañas, porque Los increíbles me parece una obra de arte... Un abrazo.
PD: Por cierto, leer 'En busca del tiempo perdido', para aquellos a quienes les guste la literatura, es como ver Ratatouille para aquellos a los que les gusta el cine...

Frank Einstein -

¿No habías visto antes Ratatouille? ¡Anatema! Para mí es LA MEJOR de PIxar. Y eso es decir mucho mucho...

Sergio -

Es muy bonito, tío. Muy muy chulo. Me encanta la transformación de la cara del crítico gastronómico después del flashback. Deja de ser sombrío y se convierte en apacible y cercano... La infancia... Un abrazo.