Desnudándola
Nunca he tenido que mudarme. Mi casa siempre ha sido mi casa, aunque haya ido rotando por todas las habitaciones, exceptuando la de mi padre. Así que nunca había tendio que experimentar esto.
Aún me falta por llevarme libros y algunos discos y la ropa. Pero ya he vaciado mi habitación de posters, corchos, algunas estanterías. Durmiendo allí, con las paredes desnudas aún mostrando cicatrices de alcayatas que sujetaron cuadros, con algo de pintura arrancada por el celo o el blu-tack, siento que algo va a pasar. Empiezo a ponerme nervioso porque se avecinan cambios. Cambios para bien, lo sé, pero no puedo evitar ponerme triste.
Debo abandonar la gran casa de mi padre, una casa con muchas historias entre sus paredes, para empezar mi propia historia. Nuestra propia historia, la de Lorena y mía. La historia de los Yagüe Lorenzo.
A veces me siento triste porque si las circunstancias fueran otras sabría perfectamente que aunque me vaya la casa donde van a vivir mi padre y David será la misma. Pero no es así. Porque me siento a menudo como un soldado que abandona el campo de batalla abatido con el enemigo riéndose entre dientes a sus espaldas. Ahora es otro el que deberá librar las batallas.
Todos me diréis que no es así, pero no puedo evitar ese sentimiento.
No obstante tengo unas ganas inmensas de mirar hacia adelante. Lo que se avecina es bueno. Es dulce y a veces será también amargo. Pero es una aventura que vamos a escoger nosotros. Y presiento que todo va a ir mejor.
3 comentarios
89875517873681764 -
pero piensalo, nunca hubo territorio....
DGV -
Un abrazo.
Sergio -
Un abrazo tío.