Londres ( I )
Hubo un verano en el que yo estaba enamorado de la persona equivocada, entrando en la adultez recién salido de la infancia, sin pasar por etapas intermedias. En esos dos meses estivales sucedieron dos de los hechos que me cambiaron mucho. Y eso que yo no lo sabía aún.
El primero fue hacer el Camino de Santiago. Más allá de las cuestiones religiosas, que creo que publicarlas en este blog está fuera de lugar, ya que son cuestiones íntimas, cambia tu concepto del compañerismo, del viaje, de la amistad y muchas otras cosas que sólo se aprenden caminando en silencio o entre broma y broma en la carretera.
Y el segundo fue la locura de irme a Londres yo solo. Con mis diecisiete añitos aún sin cumplir (los cumplí allí, y me puse una magdalenita con un vela, y la soplé. Como en las pelis malas de Antena 3). Gracias a mi hermano conseguí un pisito MUY barato, con un turco la mar de guarro viviendo en el piso de abajo.
Me fui tan sólo para probarme a mí mismo, para saber si conseguía sobrevivir en un entorno hostil. Cara a cara: Londres y yo. Aunque durante tiempo creí la batalla perdida de antemano, logré encontrar trabajo en un restaurante italiano donde había dos españoles, tres polacos, y la cocina eran todo sudamericanos y un portugués testigo de Jehová. ¡Ah! Y un rumano que se dedicaba a hacerme la vida imposible (he aquí la razón de que no les dé nunca dinero por la calle) haciéndome cargar con cajas, limpiar todo lo limpiable y hacerle su trabajo. Y no, no era el jefe, era uno de los camareros.
Yo era barman.
Si pasáis por allí, meteos en el restaurante. Se llama Giovanni´s y está en James Street, una de las que salen de Oxford Street.
Ya os contaré alguna cosita más otro día.
RECOMENDACIÓN: El Sr. Elvis Costello ha sacado dos discos nuevos The delivery Man y El sogno Corred a vuestra tienda de discos más cercana y compradlos. No os arrepentiréis.
El primero fue hacer el Camino de Santiago. Más allá de las cuestiones religiosas, que creo que publicarlas en este blog está fuera de lugar, ya que son cuestiones íntimas, cambia tu concepto del compañerismo, del viaje, de la amistad y muchas otras cosas que sólo se aprenden caminando en silencio o entre broma y broma en la carretera.
Y el segundo fue la locura de irme a Londres yo solo. Con mis diecisiete añitos aún sin cumplir (los cumplí allí, y me puse una magdalenita con un vela, y la soplé. Como en las pelis malas de Antena 3). Gracias a mi hermano conseguí un pisito MUY barato, con un turco la mar de guarro viviendo en el piso de abajo.
Me fui tan sólo para probarme a mí mismo, para saber si conseguía sobrevivir en un entorno hostil. Cara a cara: Londres y yo. Aunque durante tiempo creí la batalla perdida de antemano, logré encontrar trabajo en un restaurante italiano donde había dos españoles, tres polacos, y la cocina eran todo sudamericanos y un portugués testigo de Jehová. ¡Ah! Y un rumano que se dedicaba a hacerme la vida imposible (he aquí la razón de que no les dé nunca dinero por la calle) haciéndome cargar con cajas, limpiar todo lo limpiable y hacerle su trabajo. Y no, no era el jefe, era uno de los camareros.
Yo era barman.
Si pasáis por allí, meteos en el restaurante. Se llama Giovanni´s y está en James Street, una de las que salen de Oxford Street.
Ya os contaré alguna cosita más otro día.
RECOMENDACIÓN: El Sr. Elvis Costello ha sacado dos discos nuevos The delivery Man y El sogno Corred a vuestra tienda de discos más cercana y compradlos. No os arrepentiréis.
4 comentarios
Manu -
Rocío -
Borja -
Rocío -
Londres, qué gran ciudad...