Fiestas
Llevo unos días que no paro. Estoy hecho un gambitero y no paro por casa. Y eso no es normal, porque yo soy un tío muy oso, me gusta mucho dormir y no me gusta demasiado la jarana. Pero vamos, que estos días he estado volviendo a casa (bueno, a casa de Lorena) a las 6 o las 7 de la mañana simplemente porque son fiestas por allí. Por allí y en la mitad de España.
Bueno, la cosa es que se vino Darío también a acompañarnos y a pasarlo bine de botellón por ahí y cuando subimos a la feria (ya con una copa de más. O unas cuantas) yo tenía intención de subir en alguna atracción de feria. Y allí estaba esperándonos el Tren de la Bruja.
En este caso se llamaba "Castillo diabólico" El tío de la taquilla ya prometía, porque en luhgar de hablar te sacaba un dedo (el índice, no os vayáis a pensar) en lugar de hablar. En los trenecitos estaba un bigardo con un bigotazo y gorro de marinerito, como el Marinero Tarugo de la WWWF. Y nada más montarnos en el tren empezó el despelote.
Hacía mucho que no me reía tanto. Era una cosa que de tan mala era hasta buena. Maniquís de tías desnudas que se daban la vuelta, un fantasma que era una calavera y un trapo que hacía UUUUU, una especie de hombre lobo que amenazaba con tirarnos una tía desnuda encima (no sé qué miedo tiene que dar eso. Me imagino a los mormones gritando ¡No, por favor! ¡Una tía desnuda no!) Unas cuestas en las que el amigo de atrás nos decía "Frenad que nos la damos" porque la verdad es ue mucha seguridad no daba el cacharro...
Nos dolía la tripa de tanto reír. El dinero mejor gastado de la noche. Me voy a hacer fans de ese sitio.
Pues nada. A ver si descanso un poco y paro por casa. Un abrazo amoroso.
Bueno, la cosa es que se vino Darío también a acompañarnos y a pasarlo bine de botellón por ahí y cuando subimos a la feria (ya con una copa de más. O unas cuantas) yo tenía intención de subir en alguna atracción de feria. Y allí estaba esperándonos el Tren de la Bruja.
En este caso se llamaba "Castillo diabólico" El tío de la taquilla ya prometía, porque en luhgar de hablar te sacaba un dedo (el índice, no os vayáis a pensar) en lugar de hablar. En los trenecitos estaba un bigardo con un bigotazo y gorro de marinerito, como el Marinero Tarugo de la WWWF. Y nada más montarnos en el tren empezó el despelote.
Hacía mucho que no me reía tanto. Era una cosa que de tan mala era hasta buena. Maniquís de tías desnudas que se daban la vuelta, un fantasma que era una calavera y un trapo que hacía UUUUU, una especie de hombre lobo que amenazaba con tirarnos una tía desnuda encima (no sé qué miedo tiene que dar eso. Me imagino a los mormones gritando ¡No, por favor! ¡Una tía desnuda no!) Unas cuestas en las que el amigo de atrás nos decía "Frenad que nos la damos" porque la verdad es ue mucha seguridad no daba el cacharro...
Nos dolía la tripa de tanto reír. El dinero mejor gastado de la noche. Me voy a hacer fans de ese sitio.
Pues nada. A ver si descanso un poco y paro por casa. Un abrazo amoroso.
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